Desde la edad media, se han usado los antifaces que son una joya de esplendor y de belleza increíble, para cubrir el área alrededor de los ojos con diferentes motivos, colores y formas, persiguiendo todos el mismo fin, que es esconder su rostro parcialmente para agregar misterio en una relación que aún no ha comenzado y que quizás no pase de un coqueteo.

En los carnavales del mundo se consiguen máscaras y de fantasía, trabajadas con piedras de colores, lentejuelas y plumas, que le agregan al disfraz exhibido la vistosidad que necesita para un toque final perfecto.

Las de las dominatrices, hoy día elaboradas mayoritariamente en látex, son adornadas con metal, de color negro y que su mayor efecto es causado por la actitud de la persona que la lleva y el resto de los accesorios.

Hay un antifaz de rombos al cual se le colocan lentejuelas y piedras para darle vistosidad, que se combina con un traje igual; este es el típico disfraz de arlequín, tan usado en desfiles y comparsas por siglos.

Los antifaces suelen utilizarse en carnaval, en fiestas y en otras celebraciones; en ocasiones, son joyas extraordinarias elaboradas con maquillaje por verdaderos artistas, para el entretenimiento y a la diversión.

Las máscaras o antifaces, son el elemento más importante del carnaval de Venecia, allí surge la tradición, cuando la nobleza se ocultaba para salir a mezclarse con el pueblo y para ello, colocaban esos artículos en su cara para no arriesgarse a ser identificadas por amigos ni extraños.

Las usadas por los súper héroes son prácticamente iguales, a veces el color varía para que haga juego con el traje pero básicamente negras cubriendo el área de los ojos; se han subastado hasta por la cantidad de 5000 dólares y más, sobre todo las de «star wars» que son más demandadas.

Hay modelos hechos con técnicas decorativas tradicionales como estuco, plata y pan de oro, craquelado, acristalamiento antiguo con asfalto, acabado con perlas, pasamanería, macramé y plumas naturales, para crear una insólita sensación de festividad, risas y alegría, la cual consiguen.

El fantasma de la ópera ha sido representado por una máscara de aspecto inconfundible, que ha conseguido que todas las personas conozcan esta obra de teatro o cuando ha sido llevada al cine, estimulando la creatividad de los espectadores.

Igual suerte ha corrido la que distingue a Jason, utilizada sin pensar que llegaría a ser un verdadero clásico, aun cuando se trata de una sencilla máscara de hockey, símbolo inequívoco de la maldad y la perversidad.

En la elaboración de estas joyas, participan de manera intensa los colores, pues mientras más vistosos, su aspecto es más bello, los artistas que hacen estos modelos, merecen espectacular reconocimiento.

Todos los modelos son una joya per se, el especial cuidado con el que son elaborados, lo costoso de los materiales que se emplean y la selectividad para acompañar el disfraz adecuado, hacen de ellos un detalle de clase y armonía especial.

 

ALFA