El Autismo y el Síndrome de Asperger son trastornos mentales que muchas personas tienden a confundir. Esto se debe a que su condición afecta en ambos los mismos puntos internos, sin embargo, la forma en la cual se alteran es lo que hace notar la diferencia. A pesar de que las dos personalidades parecen habitar en un mundo lejos del nuestro, lo manifiestan de formas totalmente contrarias. Pero es posible conciliar una buena educación con esta condición.

Cuando se trata de interactuar con otras personas, los jóvenes con Autismo muestran desinterés en la socialización, prefieren mantener distancia de su entorno material; además de esto, suelen incomodarse con el contacto físico y visual. Por otro lado, los niños Asperger buscan llamar la atención de cada persona a su lado; aunque suelen distraerse fácilmente intentan participar con los demás; nos les preocupa abrazar o ser abrazados y desean que los observen directamente a los ojos, de lo contrario podrían sentirse inquietos y excluidos.

A su vez, se puede notar que un niño con el Síndrome Asperger desarrolla una inteligencia asombrosa, usualmente superior a la que poseen los otros jóvenes de la misma edad. Pero este no es el caso de la condición autista; ya que esta afecta el intelecto del pequeño, logrando que muestre complicaciones, en consecuencia, al comparar su coeficiente con el normal, aquel resulta inferior.

Por el mismo hecho de que individuos autistas son generalmente solitarios y expresan poco lo que sienten u piensan, su lenguaje es un poco reducido; haciendo uso de las palabras netamente necesarias. Situación contraria a la necesidad que representa a los asperger, en querer socializar y atraer personas, lo cual los motiva a tener un léxico amplio, suelto y atractivo.

Aunque puede parecer difícil que un niño con cualquiera de estas condiciones forme de manera correcta su conocimiento, esto no es una meta inalcanzable. En referencia a la educación, tanto los autistas como los asperger tienen la oportunidad de ser parte de un aprendizaje adaptado a ellos, solo se debe poner un poco de atención a los métodos que requieren.

Por ejemplo, cuando un hijo es autista primeramente debe ser valorado de forma completa por su especialista; el diagnóstico determinará si puede asistir a una escuela normal. De no ser así, las unidades que imparten enseñanzas para jóvenes con esta condición están equipadas para que no les falte nada y puedan contar con una educación completa. Los casos de asperger también necesitan de cierta dedicación específica para ayudar a que el niño no se exalte con las emociones intensas que pueda tener, además de aclararle algunas normativas indispensables relacionadas con el comportamiento.

Entonces debemos ser observadores de nuestros hijos para evitar equivocarnos. Estas condiciones no son una enfermedad contagiosa y los niños que la tienen solo desean poder recibir amor, aceptación y comprensión; además de ser integrados y no discriminados por quienes lo rodean, en especial los padres, solo así podrán ser felices.

ALFA