El culto al cuerpo era una práctica arraigada en la sociedad de la Antigua Grecia. Una figura musculosa, donde los rasgos más prominentes se vieran resaltados por una grandiosa fisionomía, digno de cualquier Dios. Desde la adoración al Olimpo hasta días actuales, el culto al cuerpo resulta un tema controversial, para quienes defienden el máximo alcance físico que puede llegar a tener un ser humano, o las consecuentes causas contraproducentes que hay en la popularidad de ciertos métodos estéticos.
Tanto la figura femenina como la masculina debían representar eterna belleza y un armonioso equilibrio entre sus partes. En diversos relatos de la mitología griega se reza la manera en que el tributo a la perfección, a la eternidad, y a la estética corporal tenían un papel fundamental a nivel social.
Es indudable destacar la manera en que el culto al cuerpo se vio beneficiada mediante las disciplinas atléticas de esta misma sociedad. En las más antiguas representaciones griegas, la virilidad desnuda es una imagen popular, casi esquematizada, traspasando luego los niveles de la simple belleza física, para considerarse una representación del carácter individual de la persona.
Considerando el atletismo como una parte fundamental del propio desarrollo de cada ciudadano, los griegos impartieron el cuidado del cuerpo como un deber y valor social, que le otorgaba a la persona un nivel alto de importancia, rectitud, y admiración.
Fue este hecho, que con el tiempo un simple factor armonioso logró traspasar el ámbito deportivo, por lo que los griegos finalizaron adorando en todo su esplendor la belleza de un cuerpo perfecto, de una silueta que lograba el exitoso patrón de comportamiento impuesto por ellos mismos, en correspondencia a los objetivos alcanzados por las diversas deidades que también exaltaban, entre ellas, la diosa Afrodita, o el reconocido luchador, Hércules.
Siglos después, esta manera de pensar, o de percibir lo que está alrededor sigue perenne, tal como si fuera el primer día en el que un cuerpo atlético fue culto de una sociedad. Quizás en menor grado, pero en la actualidad, sigue preponderando el culto al cuerpo, y a la búsqueda de esa perfección divina.
Lamentablemente, con la popularidad de ciertas prácticas, la misma necesidad imperiosa de ser físicamente superior, ha traído consigo una cantidad innumerable de consecuencias contraproducentes para el mismo bienestar. El especialista, Javier Mataix, afirma que “en la sociedad actual la obsesión moderna por la perfección del cuerpo ha originado una epidemia de nuevas alteraciones y una creciente demanda de técnicas con fines estéticos relacionadas con una ilusoria búsqueda de la perfección física.”
Impuesta con el masivo impacto de los medios masivos, digitales, y específicamente, de la publicidad, el culto al cuerpo ha demostrado por décadas, figuras ilusorias, que aparentan sinónimo de éxito, felicidad, y salud, pero que de acuerdo a Mataix “son una presión socio-cultural, que está educando ciegamente a la población en seguir luchando por este prototipo y así lograr tener la aprobación de los demás.”
ALFA