Quizás no logren reconocerlo por su nombre original, pero si lo llamamos el “Corazón del Mar” y se lo colocamos a Kate Winslet se nos viene a la memoria la tan famosa película Titanic. Así es como adquirió mayor fama el Diamante Hope quien ya tiene una historia bastante interesante, oculta tras sus aproximados 45.52 quilates y una tonalidad color azul marino que lo hace destacar aún más.

Se dice que el diamante es originario de una mina en Golcona, India donde el comerciante francés Jean-Baptiste Tavernier quien lo adquirio entre 1660 y 1661, de allí obtuvo su primer nombre, fue adoptado como el Diamante Tavernier Blue. De ahí en adelante fue cuando se empezó a escribir la historia de la supuesta maldición que poseía la joya, que en total estuvo en manos de 23 adquirientes, los cuales fallecieron todos tras trágicas y en algunos casos extrañas circunstancias.

Cuenta la leyenda que el Tavernier Blue fue tallado por una antigua deidad del sol y había sido robado, del ojo de un ídolo esculpido en honor a la diosa hindú Sita, esposa del dios y avatar Rama. A partir de aquel momento cualquier persona que tuviese en su posesión el diamante padecería de la maldición que lo llevaría a la muerte.

Su nombre cambia al entrar en la colección de joyas de la familia Hope de la mano de Henry Phillip Hope quien lo adquirió en 1824 a partir de ese momento fue rebautizado como el Diamante Hope. Permaneció en manos de la familia durante 77 años, pasando de generación en generación hasta llegar a Francis Hope el último de la familia que gozo con el preciado tesoro, y en 1901 vende el diamante luego de declararse en quiebra (por 29,000 liras esterlinas).

Siguió pasando de mano en mano donde muchos siguieron padeciendo de la maldición que trae consigo el diamante, incluso sufrió modificaciones por parte de algunos de sus últimos poseedores, en 1912 Evelyn Walsh McLean quien tenía la joya en su posesión decidió encargarle a Cartier un diseño que le permitiese lucirlo en su cuello.

Finalmente el 10 de noviembre de 1958 el joyero estadounidense Harry Winston decide donarlo al Museo Nacional de Historia Natural de la Institución Smithsonian ubicado en Washington D.C, Estados Unidos. Desde aquel día la joya ha pertenecido a la colección nacional de gemas del museo.

Para el 2009 la organización del museo decidió exhibir el diamante sin sus agregados, simplemente exponiendo al desnudo la belleza natural y su impecable pulido. Para que la gente pudiese deleitarse con la joya que tanta polémica causo en su camino, y que al sol de hoy aun muchos se cuestionan si realmente la acompaña una maldición.

ALFA

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