Los ejercicios funcionales constituyen movimientos que, toman en cuenta, tanto el musculo específico, como el grupo de tejido que se encarga de mantener la postura y el equilibrio de la persona. Diseñados para trabajar el rendimiento, no ameritan un esfuerzo extremo de las articulaciones, los ejercicios funcionales han logrado posicionarse como una rutina de confianza en la nueva oleada “fitness” que ha sumergido a la actual sociedad.
Un ejercicio funcional se diferencia de uno localizado, puesto que en este último, se trabaja músculo a la vez, mientras que en los primeros se enfocan varios grupos durante la misma rutina. Teniendo respaldo de varios estudios enfocados en la salud, los ejercicios funcionales han tambaleado el uso de otros movimientos de resistencia, puesto que su eficiencia en cuanto a prevenir lesiones y mejorar el rendimiento físico ha sido superior a sus antecesores.
Una zona principal que se trabaja durante el ejercicio funcional es la parte abdominal, debido a que esta zona muscular es la encargada de dar estabilidad y equilibrio a la persona que los practica, a su vez, que se trabaja la propiocepción, concepción que relaciona con la manera en que el individuo se percibe en un espacio determinado.
Los ejercicios funcionales son versátiles y multidireccionales. Esto ha sido otro factor que lo ha popularizado entre la comunidad dedicada al mundo del bienestar y la salud integral. Secuencias de izquierda, a derecha, en diagonal, tanto vertical como horizontal, los movimientos funcionales también logran el desarrollo de la coordinación, trabajando a la vez grandes segmentos del organismo, y cuidando la lesión de zonas delicadas como lo son las uniones de los miembros inferiores.
La especialista, María Laura García, enumera ciertas claves a considerar para realizar un ejercicio funcional. “El entrenamiento funcional debe basarse en los cuatro pilares del movimiento humano: caminar o desplazarse y mantenerse de pie; hacer giros del centro de poder o torso; empujar o halar y en cambios de dirección.”
Por otro lado, un ejercicio funcional debe imitar “en lo posible” movimientos que se realizan en la rutina diaria, pues esto preparará, compensará, y a la vez, tonificará todo el complejo muscular, facilitando el hábito de la unidad al momento del entrenamiento.
Existen ciertas rutinas que no lo ameritan, pero para quien prefieren agregarle un poco de mayor resistencia, puede emplearse de bandas elásticas, plataformas inestables, pelotas suizas o balones medicinales, a fin de aportar un mayor rigor a cada ejercicio realizado. Aun así, un ejercicio funcional no requiere de mayor sobrecarga, tal como lo ameritan otro tipos de rutina, ya que su valor agregado yace sobre el evitar la lesión articular causada por exceso de resistencia.
Sentirse bien y verse bien es un trabajo de tiempo y esfuerzo. La evolución en las rutinas de ejercicios debe siempre acompañarse de la adecuada alimentación e hidratación. Una persona debe estar consciente que solo con disciplina, enfoque, y dedicación, podrá ver los cambios que tanto desea, más temprano que tarde.
ALFA