Es interesante observar la influencia del destino en el amor, Albert Einstein científico, afirmaba con ironía «Tendremos el destino que nos hayamos merecido«, mientras que William Shakespeare escritor británico, señaló con realismo que «El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos».

Valentín Martínez-Otero, psicólogo, afirma que «creer o no en el destino es una cuestión personal y tiene múltiples causas, desde educativas, culturales y sociales hasta religiosas. La importancia que le demos a esa creencia, en un sentido u otro, marcará nuestra trayectoria personal».

Ha explicado este experto a la revista especializada “Psychologies”, que creer ciegamente en el destino «está enclavado en un pensamiento mágico que lleva a considerar que lo que le sucede a uno es obra de una fuerza enigmática y fatal. Esto suele impedir que se pongan los medios para conducir el propio rumbo de la vida, por creer que esta marcado por el hado».

«Las personas que creen en el destino atribuyen lo que les sucede a causas ajenas a su destreza, esfuerzo o regulación, lo que puede traducirse en que experimenten más errores cognitivos, así como menores reactividad a los acontecimientos, búsqueda de información, percepción de libertad y realismo», agrega Martínez-Otero.

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Aunque, según este experto, «tan negativo puede ser creer en el destino, como tener una desconfianza desmesurada e irreal en las propias capacidades para manejar las situaciones. Lo mejor es tener confianza en uno mismo y poner los medios para conseguir las metas, sin perder de vista ciertos condicionamientos que no siempre son controlables».

Para el poeta griego Esquilo de Eleusis, defensor de la predestinación, «ni aun permaneciendo sentado junto al fuego de su hogar puede el hombre escapar a la sentencia de su destino«.

Desde hace muchos siglos e incluso en nuestros días, resulta muy difícil estar de acuerdo sobre un asunto tan subjetivo e incomprensible como ese concepto que los diccionarios definen como «una fuerza desconocida que se cree que obra sobre los hombres y los sucesos», o también como «un encadenamiento de los sucesos considerado como necesario y fatal».

Ha oído alguna vez la expresión “hemos nacido el uno para el otro”  o aquello de “estábamos destinados a conocernos”, son comentarios comunes entre personas a quienes les gusta pensar que su relación, no es un hecho casual, sino más bien un designio del destino; querer a alguien o sentirse enamorada hace que algunas veces vaya más allá de esa visión romántica para adentrarse en una dimensión casi “mágica”.

Creer en esas ideas es positivo desde el punto de vista cultural, desde el plano curioso y anecdótico, pero el amor, las relaciones personales y afectivas, son una dimensión seria como para perder algún tipo de control sobre lo que le ocurre y lo que siente; siempre habrán encuentros casuales, sucederán cosas que escapen a la comprensión, la vida a veces tiene sus juegos, pero recuerde escoger sus propias batallas, elija lo que de verdad, haga feliz a su corazón.

ALFA