El ónix, o como también se conoce, el ónice, es una piedra semipreciosa, compuesta principalmente por carbonato de calcio, que forma parte de las especies calcita y aragonita. Puede adquirir diversos colores, entre los que se encuentra el azul, siendo esta tonalidad el resultado de la presencia de algunos cromóforos, los cuales son elementos químicos que tienen la capacidad de teñir, como el hierro, el cromo y el manganeso.

Al ser una piedra semipreciosa, es muy común que se utilice en la creación de hermosas artesanías, así como en revestimientos de paredes, baños, escaleras, incluso en mosaicos. Además, suele ser utilizado para la joyería, ya que sus matices son muy apreciados, pudiendo elaborarse hermosos collares, pulseras y anillos.

La formación del ónix se debe a la actividad de las aguas termales, tanto en canales o conductos internos que se encuentren dentro de las rocas, o cuando alcanzan la superficie y se derraman para formar los travertinos. Asimismo, el carbonato de calcio es depositado con la formación de capas macizas de calcita o en capas fibrosas de aragonita.

Comúnmente, al Ónix se le agrupa dentro de la categoría de los mármoles, no obstante, los mármoles tienen un origen muy distinto al del Ónix, ya que surgen del metamorfismo de rocas calizas. El ónix de la Puna fue explotado principalmente entre las décadas de 1930 y 1980,  aunque luego de ésta época su popularidad se ha mantenido alta, ya que sus atractivos colores, así como la calidad del pulido de la piedra, la hacen la gema ornamental ideal.

A pesar de que es muy comúnmente utilizada en la joyería y la decoración, es necesario tener cuidado de no utilizarla en espacios interiores que estén en contacto directo y prolongado con humedad, tales como baños y cocinas, debido a que la resistencia de esta piedra contra los agentes atmosféricos no es muy alta. Sin embargo, es muy frecuentemente vista en objetos como topes de mesa, mostradores, vasijas, chimeneas, revestimientos y esculturas.

Además de sus usos completamente ornamentales, se le atribuyen al ónix, en especial al ónix azul, toda clase de beneficios. Por ejemplo, se asocia al ónix con la intuición  y el instinto, lo que resultará en el fomento del desarrollo del pensamiento analítico y  la autoridad. Asimismo, se le atribuyen aportes al plano espiritual, tales como el aumento de la armonía con sí mismo y con su entorno, y se dice que ayuda a dar claridad y amplitud en los pensamientos para combinarlos con los sentimientos.

Asimismo se afirma que el ónix azul es capaz de ayudar a quien lo utilice cuando atraviese momentos de intensidad o densidad emocional, y es a menudo una buena acompañante en los procesos de sanación. Se la cree capaz de aliviar las emociones pesadas y de liberar al cuerpo de nudos y ataduras. Por último, también se le atribuyen beneficios físicos como la mejora de la fluidez de los líquidos en el cuerpo, y de ser un increíble ayudante en la circulación de la sangre y la respiración.

ALFA