El hilo rojo del destino es una curiosa leyenda que proviene tanto de la mitología china como de la japonesa. Está relacionada con aquellos que están enamorados, en busca del amor o para aquellos que piensan que nunca encontrarán el amor de su vida, ya que esta le da esperanzas para encontrar a esa persona con quien vivirán felices por siempre.

Una de las leyendas cuenta que en la Luna vive un dios, el cual, sale en busca de almas que estén predestinadas a estar juntas en la Tierra y las ata con un hilo rojo para que estas no se extravíen. La segunda leyenda es la más conocida mundialmente; comienza hace miles de años atrás cuando a oídos de un joven y solitario emperador llegó un rumor de que en una de los departamentos de su amado reino se encontraba una poderosa bruja, capaz de poder observar el hilo rojo del destino, el emperador sorprendido le ordenó a sus guardias que la trajesen delante de él.

Al llegar la bruja, el joven le ordenó que buscara el final de su hilo rojo atado en su meñique para así conocer a quien sería su futura esposa. La bruja junto al Emperador, emprendieron su camino tras el otro extremo del hilo; este la condujo hasta un pequeño mercado donde se encontraba una humilde campesina que mientras cargaba a su pequeña hija, comercializaba su poca mercancía. La bruja se colocó frente a la mujer y le pidió que se pusiese de pie, y le dice al Emperador que ahí se encontraba el final de su hilo.

Sin embargo, el joven pensó que la bruja intentaba burlarse de él, lo que hizo que enfureciera y empujara a la pobre campesina. Esta cayó junto con la bebé, la cual, tras el golpe que sufrió se le hizo una herida en la frente. Furioso, el joven ordenó a los guardias que se llevaran a la bruja y cortasen su cabeza. Años más tarde el Emperador tenía que casarse por ley, la corte le recomendó que fuera con la joven hija de un prestigioso general. El hombre al no tener otra opción aceptó.

El día de la boda conocería por primera vez a su prometida, esta mujer lucia reluciente y poseía un hermoso velo, el cual, no permitía ver su rostro. El Emperador al quitarlo observó su angelical rostro que poseía una pequeña cicatriz en la frente. La bruja no se equivocó después de todo. Todos, sin excepción, tienen a alguien al otro extremo de su hilo rojo.

Tal como cuenta la leyenda este cordón es irrompible, quienes estén destinados a estar juntos lo estarán por siempre, debido a que el hilo mágico se puede estirar, contraer, forzar pero jamás romper. Las personas conectadas por este se encontrarán sin importar la distancia, el tiempo o las situaciones en que se encuentre. Quizás suene descabellado, pero se cree que esta especie de mito inició cuando se descubrió que cada ser humano en su dedo menique posee la arteria anular que va directo al corazón.

ALFA