De acuerdo al “budismo”, el karma es una acción consistente en un tipo de fuerza que trasciende, como una energía infinita e invisible que es consecuencia directa de las acciones del ser humano y está regido por doce leyes que permite comprender el sentido de la existencia. Estas leyes provienen de la naturaleza, de la ley de gravitación universal, y un es término de origen “dhármico” que deriva del vocablo “kri” que significa “hacer”, por ello está relacionado con la acción.

La primera ley del karma, es la denominada “Gran Ley o Ley Esencial” y establece que “cosechamos lo que sembramos”. Es conocida como la ley de causa y efecto, por tanto lo que damos al universo regresará a nosotros. En tal sentido, si se hace el bien, regresará a nosotros multiplicado por diez, y si hacemos el mal también lo recibiremos en esa misma proporción.

La segunda es la “Creación” que indica que debemos ser partícipes de la vida y crear las opciones que se desean ya que todos somos una unidad con el universo. La tercera ley es la de la “Humidad” que establece que si aceptamos con humildad los aspectos negativos en los nosotros mismos seremos capaces de ascender a un nivel superior.

La cuarta ley es la del “Crecimiento” que implica cambios en nuestro interior para que nuestra vida cambie, solo cada uno de nosotros es capaz de realizar este tipo de cambios, los internos. La quinta ley es la “Responsabilidad” que indica que somos el reflejo de nuestro entorno y debemos afrontar las acciones en nuestra vida.

Por su parte, la sexta ley es de la “Conexión” que establece que todo cuanto hacemos esta conectado con el universo y que todos los pasos son importantes para alcanzar los objetivos. La séptima ley es la del “Enfoque” que afirma que no es posible pensar en dos cosas al mismo tiempo, que solo se puede “subir un peldaño a la vez” para no perder de vista nuestras metas.

La octava ley es la de la “generosidad” que establece que debemos ser respetuosos y compasivos hacia los demás para conectarnos con el universo. La novena ley es la del “Presente” que afirma que vivir aferrados al pasado nos imposibilita del disfrute del presente, evitando nuestro avance y renovación espiritual.

La décima ley es la del “Cambio” que nos invita a aprender las lecciones de nuestros errores y a enderezar el camino. La onceava ley es la de la “Paciencia y la recompensa” que indica que las recompensas son el resultado del esfuerzo y que mientras más dedicación tengamos mayor será el fruto, por ello debemos aprender a ser pacientes. La última de las leyes es la de la “Importancia y la inspiración” que establece que mientras más energía, esfuerzo y valor dediquemos a nuestra vida, el mérito será nuestro triunfo.

Conociendo estas leyes puede ser más consciente de que todo lo que da será recibido en grandes proporciones. Por ello siempre recuerde que la vida es el reflejo de las acciones que realiza cada día.

ALFA