La importancia del sueño en los niños, tiene que ver con el beneficio que les aporta, dándoles buena salud y un adecuado desarrollo. Los infantes que duermen suficientes horas, se desenvuelven mejor, tienen una excelente memoria, están más contentos, y pueden permanecer siempre alertas; pero es imprescindible que los padres deban colaborar, creándoles buenos hábitos en el dormir, a partir de los primeros años de vida.
Fijar una hora en particular para irse a dormir, es un factor determinante, que ayudará a los niños a relajarse, estableciendo un patrón en su mente que se hará una costumbre diaria, que solo se cambiará en circunstancias especiales o de emergencia. Es necesario mantener un ambiente de tranquilidad en la habitación durante toda la noche, sobre todo, como dos horas antes de irse a la cama, lo que permitirá incitar el sueño.
Los niños no deben mirar la televisión durante ese tiempo y mucho menos, distraer su atención con los juegos de videos; ya que eso puede interferir con la práctica para conciliar el sueño. Es conveniente, conservar la habitación con luz apropiada en horas de la noche, además de utilizar una temperatura que invite a dormir plácidamente; sin embargo, el niño debe aprender a manejar por sí mismo, el proceso de poder dormirse sin inconvenientes, con un ambiente previamente preparado por sus padres, pero sin que ellos intervengan en esa evolución de forma directa.
El doctor Eduard Estivill, pediatra y especialista de Neurofisiología clínica, opina que los niños deben estar en la cuna en su habitación, a partir de los dos meses en adelante. Así como le enseñamos a comer la sopa con cucharilla, aprendiendo a tragar con la boca cerrada, de igual modo, podemos instruir al niño a dormir correctamente desde el día que nace.
Un niño que descansa bien, es una persona feliz, algo que le ayudará de forma psicológica. Si acostumbramos a nuestros hijos a conciliar el sueño con nuestra presencia en el cuarto, entonces cuando se despierten por las noches, van a necesitar que esa situación se repita para poder conseguir nuevamente el sueño; en todo caso, lo que podemos hacer desde un principio, es colaborar con ellos contándoles un cuento, tarareándoles alguna canción, dándoles un abrazo y beso de buenas noches, pero saliendo de la habitación antes que se duerman.
No obstante, el sueño de un niño no es una cuestión exacta, por lo tanto, las técnicas no son puntuales al cien por ciento. Hay ciertos trastornos del sueño que son bastante frecuentes durante la infancia, como la ansiedad o las pesadillas; estos elementos deben ser comprendidos, tratándolos a tiempo en busca de solucionar esos problemas con prontitud, con el objetivo que el niño consiga dormir apropiadamente.
Con el sueño no se juega, mucho menos con el descanso de nuestros niños. Enseñarles sutilmente a conseguir un sueño saludable y reparador, será un hábito para toda la vida, favoreciendo su fortaleza física, mental y emocional.
ALFA