En el lejano Oriente, hubo una vez unos Reyes Magos que iban siguiendo la Estrella de Belén con tres hermosos presentes que eran Incienso, Mirra y Oro; estos regalos los llevaban para rendir culto al Niño Jesús que según habían sabido sería el Redentor de la humanidad; así, después de mucho andar, llegaron al pesebre y al verlo al lado de su madre María, se arrojaron a sus pies para entregarle sus ofrendas.

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El Rey Gaspar o Galgalath, era el más joven y rubio de los tres reyes magos, es procedente de Asia y entrega el Incienso también llamado símbolo de Dios,  una preparación de resinas aromáticas que se usaba en algunos casos para rituales religiosos y que se quemaba en el Tabernáculo de Moisés y en el Templo de Salomón encima del altar de oro del incienso, sitio que era para uso exclusivamente sagrado, tenía un simbolismo totalmente profundo y espiritual; había que quemarlo en el santuario cada día y cada noche como homenaje agradable al Señor.

El incienso era símbolo de la oración, se tiene conocimiento que era  muy preciado y costoso, también era adquirido a alto precio para perfume y era extraído de árboles de Arabia y África, era colocado en una vasija llamada incensario donde se colocaba el fuego para que ardiera en el altar; esos tres elementos, el altar del incienso, el incensario de oro y el incienso, simbolizaron la mediación de Cristo, su posición sacerdotal y su intercesión por el hombre.

El Rey Melchor o Magalath, era un anciano con cabellos  blancos y barba del mismo color, ambos muy largos, que procedía de Europa y traía consigo la Mirra, que es una ingrediente rojizo muy común en esa parte del mundo y que es utilizada en la elaboración de perfumes, sin embargo, en aquel entonces, se usaba para el aceite de la santa unción, para uso santísimo y como aroma para la santa sepultura.

Otro de los usos era por sus cualidades soporíferas, la mezclaban con diversas bebidas y la ofrecían a personas torturadas para aliviar sus dolores; este fue el regalo que advirtió proféticamente momentos muy aciagos en la vida del Mesías; el sufrimiento y la negación continua de sí mismo fue la constante en su recorrido por la tierra, así representa dolor, aflicción, tristeza, angustia, amargura, sufrimiento y muerte de Cristo; se erigió como el símbolo de “humillación total” en la vida de Cristo.

Y por último, el Rey Baltasar o Serakin,  un hombre de raza negra que procedía de África trae consigo y entrega el Oro, el más preciado de los metales, símbolo de soberanía, autoridad, realeza y dignidad, que representa posición, gobierno y dominio; el oro da a quien lo recibe, seguridad, influencia e identidad.

En resumen, esas ofrendas que dieron  los magos a Jesús eran: el oro un reconocimiento de su realeza; el incienso, un homenaje supremo a su divinidad y la mirra, un anuncio a sus padecimientos como Redentor de la humanidad, así le ofrendaron al Niño Dios lo mejor que poseían.

ALFA