Las joyas de pasar representan un grupo de joyas reunidas por la Reina Victoria Eugenia de España, están vinculadas al Jefe de la Casa Real de España, y son lucidas a su vez por las Reinas de esa nación. La reina Victoria, antes de morir dejo por escrito en su testamento que dejaría como propiedad de sus descendientes algunas de sus valiosas joyas. Aunque tras la muerte de la Reina Victoria Eugenia en el año 1969, estas joyas cayeron en manos del Conde de Barcelona y fueron utilizadas por su esposa, sin embargo, ellos nunca llegaron a reinar.

La reina Victoria Eugenia, dio nacimiento a una colección de joyas, para que las reinas de España las usaran y disfrutaran, pero la idea no era que se dispersaran entre los herederos, como ha ocurrido. En total son pocas las joyas, pero significativas y sumamente importantes. Fue la propia Condesa de Barcelona la que les dio la definición de joyas de pasar. Una vez que la reina Victoria Eugenia entregó las piezas históricas al fallecer a su marido, el rey Alfonso XIII. Dichas joyas se debían pasar de Reina a Reina, esto haciendo alusión a lo que dejo escrito la reina Victoria en su testamento.

Corona dorada con piedras brillantes

La reina Victoria se dedicó en vida a coleccionar esta cantidad considerable de valiosas joyas, algunas más emblemáticas y valiosas que otras, pero todas con el mismo fin de ser otorgadas a los actuales monarcas del Reino español. Repasando el listado de joyas de la Reina Victoria Eugenia veremos todas estas valiosas joyas que representan historia y poder a su vez.

La primera que desborda todo su esplendor es la ya nombrada, Diadema de las lises, la pieza más representativa entre todas las de la colección. Su creación fue en el año1906 por la firma española Ansorena. Hecha de platino y brillantes en forma de cestillo con charnelas lo que permiten que pueda ser portada abierta o cerrada. La valiosa diadema representa las flores de lis, emblema de los Borbones, unidas hojas vegetales de diamantes, por roleos y ondas decrecientes. Es muy especial, tanto, que sólo la llevan las reinas.

Otra de las joyas es la Diadema de Cartier, fue creada y diseñada de la mano de Cartier en el año 1920 para la soberana Victoria Eugenia de España, estaba adornada con diamantes y siete perlas enormes, sobre platino como su base. Seis de las perlas en cada rollo vegetal y abrazadas por círculos de diamantes, y la séptima perla coronando la diadema. La primera modificación de la tiara, sucedió cuando fue recibida por Reina Victoria Eugenia, como obsequio de su madrina, la Emperatriz Eugenia de Francia, y le colocaron esmeraldas, que primero serian incrustadas por Ansorena y después por Cartier.

En esta modificación, se le eliminó la perla que la coronaba y el resto de perlas serían cambiadas por las esmeraldas. En el exilio, la Reina Victoria vendería las esmeraldas, y la tiara de nuevo seria vista con las perlas, obteniendo el aspecto que lucía originalmente, pero sin la perla superior. La Tiara, cuando la reina fallese, quedo en manos de su hija, la infanta María Cristina de Borbón y Battenberg. El Rey Juan Carlos, luego llego a un acuerdo con su tía, María Cristina, y le compraría la Tiara de Cartier.

Les siguen a estas valiosas piezas, un Collar de Perlas Rusas. El cual igualmente es una de las piezas más costosas del joyero real. Fue el regalo de Alfonso XII a María de las Mercedes, la cual murió de tifus a los 18 años, a los cinco meses de su boda. Luego la Reina Victoria Eugenia, diría muchos años después que esa joya “solo podía lucirla una reina”. El collar tenia originalmente 41 perlas gruesas y un broche de diamante, después, Victoria Eugenia lo disminuyo a 37, para poder adaptarlo al gusto de la época. La Soberana lo luciría el día de su matrimonio.

La siguiente es la Diadema de la Chata, que fue creada por encargo de Isabel II, para la boda de su hija la infanta María Isabel con el príncipe Cayetano María de Borbón-Dos Sicilia, en la joyería Mellerio, Paris en el año 1867. Es conocida como la diadema de las conchas por sus adornos en forma de las mismas, representando así el mar a través de las conchas y la espuma de las olas por la sucesión de las perlas en forma de pera.

Continua un collar sumamente brillante y elegante, El Collar de Chatones, pieza que también fue lucida por la Reina Victoria Eugenia en su matrimonio. Al fallecer dejó dos collares de chatones, el primero, al que ella misma hace referencia como el más grande, lo obtuvo por parte de Alfonso XIII el día de casamiento. La pieza la heredaría su hijo don Juan y más adelante su nieto el Rey don Juan Carlos. Este collar también realizado por Ansorena, quien lo diseñó a partir de una gargantilla de 30 chatones tallados en forma redonda, engastados al estilo ruso y colocados en una base de platino.

El segundo era de menores proporciones con 27 diamantes, fue entregado por herencia a don Jaime y subastado por la viuda de éste en el año 1982. La joya, fue adquirida por una persona muy cercana a la Familia Real de España. Junto con unos botones de brillantes, a los cuales se hace referencia de ser unos pendientes que no cuelgan, de igual manera atribuidos como creación de Ansorena, y que van en conjunto con el collar de chatón.

Le sigue la joya denominada, Tiara de la Reina María Cristina y como su nombre lo indica, perteneció a la Reina María Cristina, esposa del Rey Alfonso XII y archiduquesa del imperio Austriaco, la luciría por primera vez en el año 1906. Tras su fallecimiento, hereda la joya su hijo, el Rey Alfonso XIII, quien, a su vez, y motivado por el matrimonio de su hijo, don Juan, con doña María de las Mercedes, se la obsequia a su nuera en el año 1935. La diadema está coronada por dos filas de catorce perlas y presenta forma de lágrima invertida.

Una de la más misteriosas y raras joyas jamás vistas, La Peregrina, es una perla de brillo extraño y con un tamaño inusual que fue descubierta en el Golfo de Panamá en el año 1569. Fue adquirida por el rey Felipe II de España, sumándose así a la colección de joyas, pertenecientes a la Corona de España. Colocada en un Broche grande y gris, con brillantes alrededor, del cual suele pender la gran Perla. Luego vemos las Dos pulseras exactas de brillantes, de la mano de Cartier, provenientes de una pequeña corona de la cual se deshizo en estas dos piezas, por lo incómoda que era.

Por último, pero no menos importantes, encontramos, cuatro hilos cortos de perlas grandes que solía ponerse muy a menudo la Reina Victoria Eugenia. Completando de esta forma una de las colecciones de joyas, más valiosas del mundo, que nada más y nada menos, están en manos de la actual corona española, y las vemos siendo exhibidas por la Reina Letizia en todas sus reuniones importantes.

ALFA