El sexo es el contacto físico entre personas, pero en la actualidad el ser humano y sus gustos por el sexo varían aceleradamente, la era cibernética y la expansión de las comunicaciones facilitan el conocimiento de tendencias extrañas a la hora de practicar el sexo, una de ellas es el fetiche por los peluches; conozca sobre este comportamiento que según algunos especialistas comienza en nuestra niñez, por la exagerada acumulación y apego a los muñecos de peluche.

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Cualquier contacto que suponga excitación sexual con o sin orgasmo supone alguna forma posible de relación sexual, el especialista en prácticas sexuales inusuales Anil Aggrawal de la India declara que la excitación por los peluches es una parafilia o fetiche llamada plushophilia, su definición es, “atracción sexual hacia los juguetes de peluche o personas en traje animal, como los caracteres del parque temático».

En algunos países existe un movimiento llamado furry world, en él, a través de la Internet confluyen las personas que comparten este fetiche, en vez de llamarse personas, se denominan “fursonas” y se mantienen conectados en todo el mundo, cada uno adopta su rol de acuerdo al personaje que decidieron ser; algunos lo consideran como una moda, pero la tendencia es que cada día tiene más seguidores. Este movimiento nace en los años setenta, en el que un grupo de aficionados a los temas de ciencia-ficción decidieron crear este extraño género en el que adoptan un personaje animal utilizando un disfraz de peluche.

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En la actualidad se realizan convenciones, siendo las más importantes las realizadas en Pittsburgh, Pensilvania con el nombre de Anthrocon y la Further Confusion o Furcon realizada en San José California; en éstos cada uno acude disfrazado cual mascota de equipo deportivo asumiendo su personaje, los seguidores de esta subcultura adoptan las aptitudes propias del animal a quien representan, en algunos casos las fursonas creen que han sido ese animal en otra vida y que se encuentran atrapados en un cuerpo humano, intentan adoptar la fisonomía del animal, con tatuajes, cortes de pelo y cirugías plásticas.

El traje, que es el disfraz del animal se le llama fursuit, lo venden en las convenciones o por internet, hay personas que prefieren hacer sus propios trajes, o sino mandarlos a hacer, los costos de esta vestimenta pueden llegar hasta miles de dólares, muchos requieren tratamiento especial de lavado por lo delicado del pelaje.

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En la cultura furry, los encuentros sexuales tienen una alta relevancia, allí dejan aflorar los instintos animales de los personajes que representan, cuando se realizan las convenciones, muchos huéspedes en los hoteles se quejan de no conciliar el sueño, los alaridos, gruñidos, mugidos y todo tipo de sonidos que emiten en las noches de lujuria, forman parte del fetiche y la pasión de la relación sexual; otro detalle importante es que está permitido hacer el amos entre especies distintas, así que no resultará extraño que se consuma el instinto animal entre un escurridizo conejo y un sigiloso zorro.

 

ALFA