En la época previa al dominio europeo, Costa Rica estuvo habitada por ciertas comunidades indígenas consideradas parte la cultura Precolombina. Al igual que otras comunidades autóctonas cercanas, estas conocieron la existencia del jade y su asombrosa conexión con el mas allá, además de sus otros tantos atributos. La extracción de esta piedra se realizaba en lugares puntuales de la región. El jade encontrado en el suelo costarricense tenía forma de ovalo. Los aborígenes ubicados en este espacio, a pesar de haber sido influenciados por la cultura olmeca, poseían una creatividad artesanal incomparable.

La cultura precolombina de Costa Rica se regía por un patrón social considerado como “aldeano-cacical”; la figura del Usékar, realizada en jade, era valorada como la máxima autoridad político-espiritual; de aquí deriva la importancia de esta piedra para los originarios de estas zonas; los jades con este tallado solo eran usados por los líderes, haciendo notar su control y poder.

El Usékar era tan sagrado, que por respeto, varios de los habitantes demostraban su amor y entrega al no mirarlo directamente al rostro. Estos aldeanos creían que el jade tenía una conexión con lo sobrenatural, lo que le permitía al cacique comunicarse con los muertos. En los rituales donde se experimentaban estos actos, el líder poseedor del Usékar hacía uso de alucinógenos, mientras los demás realizaban bailes y cantos sagrados.

Este tipo de hipnosis era conocida como el “vuelo mágico”, en el cual el personaje principal trascendía los límites de lo terrenal, con ayuda de su animal auxiliar. Aquellos que consiguen experimentar este viaje a lo desconocido, luego de un largo aprendizaje, son llamados “chamanes”. Las aves son los animales con los que más se relacionan, pues tienen la habilidad de moverse en dos medios, aire y tierra.

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Uno de los lugares de Costa Rica con mayor extracción de jade está ubicado en la península de Santa Elena, perteneciente a la provincia de Guanacaste, hacia la región nororiental de país, entre el golfo de Papagayo y la bahía de Junquillal, sobre el océano Pacífico.

Algunas de estas gemas, al momento de su obtención, eran de forma ovalada; esto era el resultado del desgaste accionado por el agua. Estas piedras eran adornadas mediante la abrasión, la cual consiste en desgastar una superficie dura con un cuerpo de mayor dureza. El esgrafiado también era una técnica de decoración aplicada en el jade; consiste en realizar dibujos sobre una superficie estofada de tal manera que el dibujo realizado permanezca del mismo color que la piedra. Este era un arte exclusivo de los habitantes precolombinos. En las plaquetas de jade realizaban un corte vertical, justo a la mitad; estas piezas eran conocidas como “herencias”, pues una de las mitades se le entregaba a algún difunto, mientras la otra era pasada de generación a generación a sus parientes. Este tipo de tallado solo se observó en los suelos de este país.

Los habitantes precolombinos costarricenses dejaron grandes creencias e historias, el jade también fue un fragmento importante para esta cultura, por esto, en la actualidad aún es recordado y conocido por los que ahora habitan los mismos suelos donde nacieron nuestras raíces.

ALFA