Hoy en día el árbol de Navidad es uno de los elementos más representativos de esta época de advenimiento. Sin embargo, no siempre ha sido así, y su incorporación como un símbolo navideño global, es más bien reciente, resultando de una combinación de costumbres paganas e interpretaciones bíblicas.

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A la historia del árbol de Navidad anteceden muchas tradiciones de otras culturas que siempre han dado un significado mágico y sagrado a los árboles, como lo hacían los griegos y romanos cuando decoraban sus casas con hiedras o los celtas, quienes preferían muérdagos para sentirse protegidos y rendir homenaje a sus dioses.

Las primeras evidencias de lo que es el árbol de Navidad que tenemos en nuestros días, datan en registros históricos del siglo XXVIII, a pesar de algunas diferencias en las versiones de estas historias, todas coinciden en que Europa central fue la cuna de este símbolo mundial de la Navidad.

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Los moradores celtas de esa parte de Europa rendían homenaje a Frey, su dios del Sol y la fertilidad, decorando un árbol llamado “Divino Idrasil” o Árbol del Universo.  Este árbol estaba adornado con luces, pero se hacía especial atención en la parte superior e inferior; la primera representaba la copa del cielo y la segunda las raíces del infierno.

Más tarde, cuando San Bonifacio, evangelizador de Alemania, empezó a predicar el cristianismo y sus tradiciones comenzó la celebración de la Navidad, tomando como símbolo un árbol sagrado que en lugar del árbol usado para celebrar a Frey fue cambiado por uno de pino. Este árbol se decoraba con manzanas, que según los relatos bíblicos simbolizan la tentación, y con velas que simbolizan a Jesucristo. Desde entonces, y en todos los lugares del mundo en los que se celebra la Navidad, hay un árbol como símbolo de la fecha más importante del cristianismo.

Asimismo, y tal como coinciden los registros históricos en espacio y tiempo para insertar la aparición del árbol de Navidad, se sabe que el primer árbol formal de Navidad se realizó en Alemania en 1605, después llegó a otros países de Europa, como España en 1870, Finlandia en 1800 e Inglaterra en 1841.

Con la difusión del árbol como uno de los símbolos de la celebración se establecieron ciertas normas en torno a él. La tradición recomienda armar el árbol el 8 de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción de María y dejarlo hasta el 6 de enero Día de Reyes.

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Igualmente, en la decoración del árbol se añadieron otros elementos como: la estrella que representa la fe que dirige nuestra vida, los angelitos, encargados de protegernos, las cintas que significan la unión familiar y a las personas importantes en nuestra vida. Las bolas representan los deseos, las bendiciones y las alabanzas.

A pesar de su origen no cristiano, la historia del árbol de Navidad se ha nutrido de significados especiales que fortalecen la unión y la fe que caracteriza esta hermosa época.

ALFA