Para las distintas dinastías chinas, la piedra jade ha jugado un importante papel para la consolidación y el desarrollo de esta cultura. En su mitología se pueden encontrar los trazos de esta piedra preciosa y su aparición como protagonista de los relatos que cuentan su origen y su historia.

Una de las más conocidas es la leyenda del jade. Cuentan que un artesano chino llamado Bian He quedó estupefacto al ver un majestuoso fénix descansando sobre la cima de una montaña. Dicen los chinos que esta ave solo reposa en lugares donde se ocultan tesoros. Bian He, convencido de esta creencia, se aproximó a la cumbre de la montaña y encontró una piedra de jade de hermosa apariencia.

El artesano, fiel a la nobleza china, consideró que el único hombre digno de poseer esta gema era el soberano al mando, que para ese entonces era el rey Li. Este rey, en reunión con sus consejeros, se sintió engañado por esta piedra y Bian He fue castigado con la amputación de la pierna izquierda. Aun así, el obrero no perdió sus esperanzas. Al subir al trono el joven Wu, el hijo del antiguo rey, Bian He volvió a llevar la preciada piedra; Wu también consideró el regalo como un chiste de mal gusto, por lo que también en esta oportunidad el fiel artesano sufrió otra pérdida, su pierna derecha.

Cuando Wu falleció, su hijo Wen tomó su lugar. Bian retornó a la montaña donde había encontrado el jade y estuvo llorando día y noche hasta que una tarde el nuevo rey envió a sus guardias para saber qué tenía al obrero tan deprimido.

Para sorpresa del monarca, la dolencia del súbdito no era causada por la mutilación de sus piernas, sino por el hecho de haber sido ignorado por dos reyes que hicieron caso omiso a su presente: la piedra de jade. El rey, atento a las palabras de este hombre, decidió recibir la gema, y a partir de entonces su riqueza resultó ser más impresionante de lo que se esperaba. El afamado jade fue nombrado He en honor al artesano.

Qin, uno de los monarcas que la protegió, mando a realizar un sello donde se declaraba que la persona que tuviera en su poder la piedra tendría el control de los cielos, sería longevo y próspero por toda la eternidad. Este sello debía ser respetado por las dinastías siguientes.

Cuando una nueva dinastía asumía el trono, esta debía realizar un ritual llamado “Cartas para el Dragón”. El heredero debía subir a la montaña donde años atrás Bian He encontró la gema y desde allí lanzar cartas selladas con jade al vacío, de esta forma se les notificaba a los dioses quién sería el nuevo monarca.

Fábulas como esta abundan en las sociedades chinas, pues resaltan el valor de los líderes que comandaron a ese gran imperio. Pese a tener fuerte influencia coreana y japonesa, los chinos siempre están atentos al momento de conservar lo más sagrado de su historia.

ALFA