La ligirofobia generalmente está asociada a los ruidos fuertes y repentinos como alarmas, explosiones o los clásicos petardos y cohetes que se lanzan en Navidad y otras festividades. Hablando de festividades, los fuegos artificiales que tan apreciados son por la mayoría, suponen una auténtica tortura para las personas que sufren ligirofobia.

Pero los ruidos fuertes no son los únicos estímulos que desencadenan la ligirofobia, también se puede llegar a la crisis de ansiedad con otro tipo de sonidos más sutiles. El sonido de un grifo que gotea constantemente, por ejemplo, tener la televisión puesta como sonido de fondo y que de pronto llegue el tiempo de publicidad, o el ruido de una cucharilla en la taza removiendo el café son suficientes para que una persona con ligirofobia experimente el miedo más intenso.

Diferencia entre ligirofobia e hiperacusia

La hiperacusia es una patología que se origina en el interior de las vías auditivas y surge como reacción a los ruidos demasiado fuertes. Los pacientes con hiperacusia sufren una incomodidad física frente a este tipo de sonidos. Aunque el origen de este trastorno se desconoce por el momento, esta patología no está relacionada con los umbrales auditivos y sus pacientes pueden o no sufrir problemas auditivos.

La diferencia entonces, entre ligirofobia e hiperacusia, reside en que la ligirofobia se encuadra en los trastornos fóbicos y no se trata de una enfermedad auditiva.

Síntomas

Los síntomas de la ligirofobia son subjetivos, es decir, que dependen solo de las sensaciones de cada paciente. Durante el relato del sujeto, en el momento de la entrevista, el terapeuta se dará cuenta de hasta qué punto es intensa su alteración. Luego, aplicando las pruebas necesarias, se obtiene una impresión diagnóstica.

Algunos de los síntomas más comunes en la ligirofobia son los siguientes:

La fonofobia
  • Sensación de desagrado a sonidos específicos.
  • Enojo irracional ante sonidos específicos.
  • Irritabilidad ante sonidos específicos.
  • Ansiedad.
  • Dolor de cabeza.
  • Estrés.
  • Taquicardia
  • Aumento de la sudoración, sobre todo en manos.
  • Evitación de lugares ruidosos y concurridos.

Suele suceder que estos síntomas persisten incluso después de que la persona se haya alejado del sonido que le presenta el malestar, debido a que el recuerdo de dicho ruido permanece en la memoria del sujeto durante algunos minuto

Causas

A día de hoy, aún no hay alguna explicación certera de por qué algunos sujetos presentan este trastorno. Está relacionado con una hipersensibilidad en las vías auditivas, pero lo complejo del asunto radica en que los sonidos que provocan el malestar son asociados a emociones negativas.

Una experiencia negativa que haya tenido la persona en el pasado (trauma) podría generar la ligirofobia; al asociar un sonido específico con el suceso traumático del pasado, ocurre el malestar. En este caso la patología primaria sería el Trastorno de Estrés Postraumático, que estaría ocasionando los síntomas de la ligirofobia como enfermedad de fondo (comorbilidad). Sin embargo, no siempre sucede así. Existen casos donde la ligirofobia no está asociada a ningún trauma conocido y la relación del sonido con las emociones negativas es irracional.

Diagnóstico diferencial

Existen más trastornos que están asociados a esta patología, de los cuales es importante tener conocimiento para poder distinguir correctamente cuándo se trata de cada uno de ellos. La hipercusia y la misofonia son dos trastornos que presentan mucha similitud con la fligirofobia. Veamos sus diferencias.

En los casos de hipercusia, se presenta un patrón de miedo hacia los ruidos fuertes. Las personas que la presentan viven con un alto nivel de ansiedad debido a que están constantemente evitando situaciones donde los sonidos puedan ser elevados y repentinos.

Por ejemplo un paciente con hipercusia antes de encender la radio se aseguraría de bajar el volumen al mínimo, para luego ir aumentando gradualmente y de esta manera evitar exponerse al ruido de manera repentina.

Esta alteración mental puede tener causas orgánicas, como por ejemplo, alguna alteración en estructuras del oído que afecte la forma en que la persona percibe los sonidos. Es importante descartar esa posibilidad refiriendo al paciente con un otorrinolaringólogo.

En el caso de la misofonia, lo que ocurre es que el sujeto experimenta malestar con ruidos que no son necesariamente elevados. Al igual que con la ligirofobia, la ansiedad puede provenir de un sonido trivial, independientemente del volumen que presente.

La diferencia entre la misofonia y la ligirofobia es la intensidad en la que el sonido irrita a la persona. En los casos de ligirofobia el paciente es casi incapaz de tolerar el sonido molesto, mientras que la misofonia es más leve y el individuo presenta mayor control sobre sí mismo.

Los trastornos de ligirofobia y misofonia no presentan alteraciones orgánicas en los pacientes, estos son de origen netamente psicológico.

 Tratamiento

Este trastorno afecta la calidad de vida de las personas que la padecen. Pese a que no existe un único tratamiento para la ligirofobia, contamos con diferentes terapias que ayudan a los pacientes a sobrellevar sus síntomas:

  • Terapia cognitivo-conductual: a través de sesiones de conversación el terapeuta trabajará para que el paciente deje de asociar los sentimientos negativos al sonido que le genera malestar y conseguir reducir así la ansiedad.
  • Terapia de exposición grupal: exponiendo de manera gradual sonidos molestos a diferentes individuos reunidos en una misma sala que presenten síntomas de ligirofobia para conseguir poco a poco que el malestar disminuya.
  • Técnica de relajación: a través de la relajación muscular o ejercicios de respiración para conseguir que el paciente tenga control de sus emociones.

ALFA