En un mundo donde las grandes marcas nos bombardean con la última tendencia, la explotación textil es una realidad que se expande alrededor del mundo, surge un movimiento que se revela ante el consumismo y llama a vestirse responsablemente, la moda slow.
En la actualidad un gran número de personas se preocupan por saber el origen de la ropa que compran, desean conocer los materiales que utilizaron, el proceso y lugar de manufactura, con el personal que participó ; la tendencia slow plantea al comprador una actitud racional y al empresario una actitud responsable ante el diseño y la manufactura.
La Fashion trend manager en Visiones Trend Forecasting, Florencia Mangini opina lo siguiente, “la moda slow es parte de un ciclo que se cierra cuando cae el valor simbólico de los looks globales. A medida que vemos más repetido un look, menos original nos parece. En sí, es una nueva tendencia que se define como tal y que está dentro del sistema de consumo. Es un nuevo modo de diferenciarse que, al resignificar el diseño de autor y al volver a lo único -no tanto desde lo estético, sino desde la industria-, resulta de lo más interesante”.
Por último agrega, “No es una moda compleja: todo lo contrario, se vuelve más funcional y consciente de los parámetros de calidad y confort. En su versión más «fundamentalista», es una protesta a las tendencias, al modo de consumo acelerado, sin sensibilidad, y a la uniformidad de estilos que propone la moda global”.
Hay empresas que se preocupan por satisfacer a esos compradores de la moda slow, diseñan y producen en función de prendas originales, que perduren en el tiempo, manufacturadas con materiales de máxima calidad y respetando el medio ambiente, reduciendo el impacto ecológico en todo ciclo de producción y consumo con la intención de que se reduzca el número de prendas adquiridas que acaban en los basureros por la sobreproducción.
El reciclaje de la ropa es una forma de asumir la tendencia slow, busque las prendas que no utilice y realice modificaciones para comenzar a utilizarlas de nuevo, por ejemplo unos blue jeans se pueden modificar convertirlos en carteras, shorts o estuches de celulares; con la tela de prendas viejas se pueden hacer cubrecamas.
Hay personas emprendedoras que se inician en el negocio textil por iniciativa propia, buscan no copiar a las multinacionales de la industria de la moda, muchas de ellas fueron antes empleadas en esas grandes fábricas y en la actualidad se independizaron pero toman la carrera con responsabilidad y conciencia, reconocen que asumir la moda slow se hace progresivamente y no de un día para otro.
En la industria de la cosmética y alimenticia también existe una tendencia slow, el aspecto fundamental a considerar es que los componentes o ingredientes en el que son manufacturados los distintos productos deben ser 100% de origen natural; los cambios climáticos son una realidad y la Tierra pide a gritos un cambio de conciencia en el uso de sus recursos.
ALFA