Todos hemos sucumbido a la procrastinación una o dos veces, por lo menos. Lo hacemos cuando retrasamos una tarea durante horas o días, aunque sabemos que sería mejor hacerlo antes. Muchos estudiantes procrastinan, al igual que muchos adultos, aunque en menor medida, según las investigaciones.

De hecho, los humanos han procrastinado desde hace siglos. Y va más allá de ser simplemente de ser holgazán y perezoso. ¿Quiere saber por qué ocurre la procrastinación? ¿que la impulsa? ¿y, como nos afecta? ¡Siga leyendo! Le diremos todo lo que debe saber y cómo dejar este hábito.

la procrastinación
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¿Qué es la procrastinación?

La procrastinación es un acto de demora innecesaria. Se trata de posponer o aplazar tareas, deberes y responsabilidades por otras actividades que nos resultan más gratificantes.

En la mayoría de los casos, las personas que procrastinan saben que no se beneficiarán de este retraso o aplazamiento, pero lo hacen de todos modos. Este hábito es como una barrera para lograr tareas importantes y significativas. Y, en cambio, nos lleva a “perder el tiempo” en actividades que son triviales o de poco valor.

¿Cómo nos afecta la procrastinación?

La procrastinación puede llegar a ser crónica y tener muchas consecuencias, relacionadas con la salud física y mental, la capacidad de lograr metas académicas y profesionales, así como el bienestar financiero.

Los procrastinadores crónicos tienen altos niveles de estrés y, a menudo, se enfrentan a problemas de salud, como depresión, ansiedad y enfermedades cardiovasculares.

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A pesar de que, los adultos son conscientes de las consecuencias negativas asociadas con el retraso constante de las tareas, lo siguen haciendo porque lo usan como una forma de regular el estado de ánimo y la mentalidad.

Tipos de procrastinadores

Según una investigación publicada en la revista Integrative Psychological & Behavioral Science la procrastinación adopta muchas formas y tiene múltiples determinantes. Los motivos que existen para la procrastinación varían de una persona a otra. Veamos los tipos de procrastinadores acuerdo a los motivos que los impulsan.

  • Perfeccionista: es conocido por criticar constantemente su trabajo. Tiene estándares muy altos y teme el fracaso. Esto provoca una sensación de ansiedad y estrés en torno a la tarea, lo que hace que la persona la posponga.
  • “Tengo tiempo”: es aquella persona que piensa que tiene mucho tiempo para completar una tarea. Por lo que tiende a posponerla para el último minuto.
  • Aburrido: esta persona encuentra la tarea aburrida. Prefieren ocupar su tiempo con actividades divertidas que les brinden una satisfacción inmediata.
  • Ansioso: esta persona usa la procrastinación como un mecanismo para hacer frente a las tareas que causan ansiedad. Al posponer la tarea, su ansiedad se alivia momentáneamente. Pero, se volverá más intensa con el tiempo, hasta que se complete la tarea. Luego, el ciclo se repite nuevamente.

Es importante señalar que, estos tipos de procrastinadores no están categorizados científicamente, pero destacan las variedades y motivaciones más comunes que están presentes al retrasar tareas importantes.

¿Cómo se puede evitar la procrastinación?

La procrastinación se puede tener consecuencias en nuestras vidas. La buena noticia es que es posible superar la procrastinación con algo de cuidado personal y establecimiento de metas. Estas son algunas recomendaciones para dejar de ser procrastinadores.

Imagine su “yo” futuro

Es fácil planificar el futuro, pero lograr metas a corto plazo puede ser más difícil. Por eso visualizar cómo quiere que se vea su “yo” futuro puede ayudar a establecer un plan de realista.

Independientemente de cuáles sean sus objetivos a largo plazo. Manténgalos muy presentes en su mente todos los días para que le hagan ser responsable. Ya sea que quiere obtener el ascenso que ha estado esperando, ser más saludable, vivir en un espacio organizado. Piense siempre en ello y establézcalos como su meta a lograr.

Imaginar su “yo” futuro también ayuda a resaltar sus prioridades, que deben tenerse en cuenta al establecer su horario diario. Programe sus tareas diarias y cúmplalas sin falta.

Mantenga plazos ajustados

Cuanto más tiempo tenga para completar una tarea, más podrá posponerla. Las investigaciones demuestran que tener menos tiempo en realidad lo hace más productivo.

Para evitar posponer las cosas, puede ser útil mantener plazos ajustados.  Ajustando a un lapso de tiempo en su calendario hasta las tareas cotidianas, para que cuando no se cumplan, haya consecuencias inmediatas.

Cuando no cumple con los plazos personales diarios, experimenta sentimientos de culpa y fracaso. Esto no es bueno. Pero, puede trabajar en el uso de esos sentimientos negativos como motivación para hacer las cosas a tiempo. La positividad que sentirá al cumplir con lo establecido es mucho más gratificante.

Tome descansos programados

Las investigaciones muestran que a menudo retrasamos trabajar en tareas estresantes, difíciles o aburridas porque otra actividad parece más atractiva. Tomar un descanso programado de las tareas “desagradables” puede aliviar el estrés, mejorar el estado de ánimo y ayudar a promover la productividad.

La clave es ceñirse al horario. Incluya descansos del trabajo y del tiempo personal en su horario diario y cúmplalo. Tómese un tiempo para sí mismo sin sentirse culpable por ello.

Establezca límites

Si pasa demasiado tiempo en las redes sociales, navegando por Internet o sentado frente al televisor, intente establecer límites para usted mismo.

Esto solo funciona si se mantiene responsable y realiza un seguimiento de sus actividades. Pero, con un poco de motivación, ciertamente puede ayudarlo a lograr tareas y realmente disfrutar de su tiempo libre bien ganado.

Separar el “yo que quiere” del “yo que debería”

Para los procrastinadores, hay una diferencia bastante clara entre ambos. Al “yo que quiere” le encanta desplazarse por internet y ver televisión. Mientras que el “yo que debería” está constantemente ansioso por las tareas que debe completar.

Aunque el primero es a menudo más fuerte, el segundo es más inteligente y puede fortalecerse con consistencia. El solo hecho de estar claro en la diferencia entre ambos puede ayudarle a darse cuenta de cuándo está postergando las cosas y prever las consecuencias emocionales que vendrán pronto.

Sea amable consigo mismo

Nuestras emociones cambian la forma en que vemos una tarea, lo que a menudo conduce a la postergación. Cuando una tarea parece demasiado difícil, estresante o aburrida, dejamos que nuestras emociones dicten si la haremos o no.

Las emociones negativas contribuyen a la postergación, lo que conduce a emociones más negativas. Es un círculo vicioso y puede afectar su autoestima y sentido de autoestima.

Ayude a aliviar la culpa y el daño que siguen a retrasar una tarea mostrando compasión y perdonándose a sí mismo. Trate de aceptar que algunas tareas generarán estrés. Esto le hará aceptar su comportamiento, hará que sea menos probable que posponga las cosas la próxima vez, lo que es un paso en la dirección correcta.

ALFA