El día a día nos pone frente al compromiso ineludible de ser mejores personas, no solo para superarse a sí mismo sino para apoyar a nuestros congéneres. Por circunstancias de la sociedad, se nos han inculcado casi hasta llegar a ser un tatuaje muy costoso en nuestra psique, la superstición y el fanatismo. Sin embargo, aunque los términos son incompatibles hay una actitud que hace que colindan entre sí: la racionalidad.

En ambos términos o conceptos, la actitud ante cómo se enfrentan las vivencias o experiencias tienen una mayor envergadura con la posición social del individuo. Por infortunio, todas las almas tienen el mismo acercamiento hacia el ser tangible, pero no hacia el ser superior o la interioridad personal para comprender y decantar los misterios que nos relaten.

Entre superstición y fanatismo las creencias sin fundamento racional se entrelazan. El primero de los conceptos consiste en atribuirle un carácter sobrenatural, prácticamente mágico a determinados eventos que suceden alrededor y que en su ignorancia se le atribuye la buena o mala suerte.

El segundo de los términos, es la imposibilidad del autocontrol de las pasiones, es el apasionamiento del fanático que se manifiesta de forma exagerada, desmedida e irracional. Esta actitud ante determinados sucesos se pone de manifiesto en defensa de ideales, teorías, culturas o estilos de vida mayormente en el plano deportivo, político y religioso, con consecuencias devastadoras para la humanidad.

Lograr ejemplificar la superstición no hace falta más que ver cuál es la actitud de un individuo ante la inminente necesidad de pasar por debajo de una escalera, detenga su paso y hago otro recorrido, en ocasiones más largo, para evitar que dicho pase le traiga mala suerte.

De igual manera ocurre si abre una sombrilla o un paraguas en un lugar techado; quebrar un espejo bien sea de forma accidental o intencionalmente es motivo de sospechas que, a partir de entonces, su vida se verá envuelta en avatares contrarios a la buena suerte.

Nada más alejado de la realidad. Se imagina por un momento cuantas veces de manera indirecta ha roto un espejo cuando tira a la basura su polvo compacto. Suena absurdo verdad. Por esta razón, la ignorancia o desconocimiento sobre algo en especial, lo tildamos de este modo.

Por supuesto, hay una vieja costumbre para enseñar a los niños que luego de levantarse de la mesa debe colocar la silla en su lugar porque de lo contrario, su “angelito de la guarda” se quedará sentado y no estará junto al infante. Esto puede ser algo tan tierno e infantil como darle de comer como un “avioncito” pero a menudo con buenos resultados.

Por su parte, el fanatismo en cualquiera de sus vertientes es la imagen de un individuo que idolatra a otro, bien sea un ser superior en el caso de las religiones o a un hombre o mujer si se trata de la política o el deporte.

Sin importar cuál sea la religión que practique, el deporte o candidato con que comulgue, el fanatismo y de forma indirecta, la superstición, le alejarán de la verdad y la racionalidad.

ALFA