Hace más de 2.000 años, nació la trágica historia de un joyero, en el marco de la Guerra entre Asiria y Damasco en tierras árabes, una historia de amor trágica y sublime que se desarrolló tras la llegada del Rey de Asiria a Damasco donde reinaba el Rey Rezin, un hombre que había enviudado, y se caracterizaba por ser justo, solitario, recto y honrado, y que guardaba con celo su principal tesoro, su hija llamada Faghira, cuya hermosura nunca había sido vista por hombre alguno, según lo aseguraba su padre.

Sin embargo, estas afirmaciones no eran ciertas, ya que Faghira a menudo se disfrazaba de campesina y ayudada de sus doncellas se escapaba del castillo, para recorrer las calles de Damasco como cualquier ciudadano corriente, lo cual disfrutaba mucho, ya que siempre la mantenían encerrada y no le permitía verse con ningún hombre.

Llegó un día en que el Rey de Asiria, un hombre por demás violento y prepotente, lleno de odio y ansias de poder, decidió invadir a Damasco, pero como había escuchado hablar de la belleza sin igual de la princesa Faghira, le propuso al Rey Rezin que le entregara a su hija para que formara parte de su harem, y a cambio no invadiría Damasco, lo cual no fue aceptado por el Rey Rezin, quien quedó muy preocupado no sólo por su hija, sino por el futuro que le esperaba a su reino.

Un buen día, la princesa Faghira decidió escaparse en compañía de algunas de sus doncellas, quienes la complacían y la apoyaban en sus caprichos de recorrer disfrazada las calles de Damasco. Pero, en esa oportunidad no corrieron con la misma suerte de otras veces y fue atacada por tres extranjeros, quienes le gritaban palabras obscenas y al ver su gran belleza, pretendían abusar de ella, quien comenzó a gritar junto a sus doncellas, pidiendo ayuda a un algún buen hombre, como lo exigía El Corán, y si no aparecía nadie podía ser atacada y mancillada por los estos hombres violentos quienes la humillaban.

Es así como, apareció un fiel soldado de Damasco y mató a uno de los hombres, dejando mal heridos a los otros dos, quedando como un héroe ante los ojos de la hermosa princesa y sus fieles doncellas. Pero, no sólo ella quedó gratamente impresionada, porque este valiente soldado quedó prendado de la belleza de la joven, y la llevó donde el Rey Renzi, quien se molestó muchísimo y la encerró utilizando siete candados, para que no lograra escaparse de nuevo.

Después de este trágico acontecimiento, el soldado apoyado por las doncellas de la princesa, le hacía llegar a Faghira poesías en pergaminos, que poco a poco la fueron enamorando, por la belleza de sus versos y la fina caligrafía del amado soldado.

Faghira sintiéndose impotente ante el encierro impuesto por su padre, y angustiada por la inminente guerra que estaba próxima a comenzar, pidió ayuda a sus doncellas para elaborar un escudo a su amado soldado, que partiría pronto a la Guerra con Asiria, pidiéndoles a éstas que le llevaran cinco cosas: un martillo, una navaja bien afilada, una aguja, un punzón de cerrajero y un escudo de la armería.

Estos objetos eran para elaborar un escudo con sus cabellos para que protegiera a su amado soldado de los ataques de la inminente guerra con Asiria, la cual ya era un hecho. Trabajó el duro metal con paciencia, martillando con el punzón para abrir finos huequillos, por donde pasó sus finos cabellos color oro, con la ayuda de una aguja, para así llevar a su amado soldado un recuerdo como símbolo de su amor verdadero, el cual defenderían por siempre.

Una vez terminado su escudo, las doncellas acompañaron a la princesa Faghira en su travesía para llevar a su amado soldado el obsequio que le había hecho, sacrificando su larga y hermosa cabellera que por años no había sido cortada, y llenando sus bellas manos con cortadas y sangre, que con gusto derramó para poder elaborar este magnífico obsequio en nombre del amor.

El encuentro entre la princesa y su amado soldado, los llenó de alegría y tristeza a la vez, porque se despidieron prometiéndose que se amarían por siempre, y que ambos iban a esperarse y buscarse a donde sea. Así, Faghira entregó al amado soldado el escudo con las hebras de sus cabellos color oro, para protegerlo y para que siempre pensara en ella.

La Guerra entre Asiria y Damasco terminó, resultando en una brutal victoria de los asirios, quienes aniquilaron a los soldados del Rey Rezin, quien fue asesinado, mientras que a Faghira la dieron por muerta, sin embargo, su familia logró con éxito esconderla, acompañada como siempre por sus fieles doncellas.

Los años pasaron lentamente para Faghira, quien ya no vivía en Damasco, reino se había perdido para siempre; viviendo en la pobreza y trabajando por comida y un sitio para dormir; encerrada en el dolor por la muerte de su padre, la pérdida de su vida de confort y privilegios, el único consuelo que le quedaba era esperar noticias de su amado soldado, pero su esperanza se desvanecía, debido a que ninguno de los que partieron a la batalla volvió jamás.

Es así como, Faghira dejó de esperar a su amado soldado, y se entregó a una vida solitaria y triste, dedicada el bordado de prendas para poder subsistir al lado de sus fieles doncellas. Sin embargo, un día un mensajero tocó a su puerta para entregarle un “joyero de madera”, un obsequio que de alguna parte le habían enviado, y que había sido elaborado con un fino trabajo de orfebrería, en el cual se destacaba una tapa hermosa de metal repuchado con hebras de cabello color oro. Pronto se dio cuenta que era una parte del escudo de armería que ella había fabricado para regalárselo a su amado soldado antes de irse a la guerra.

Aún impresionada con este joyero de madera, lo abrió esperando que hubiese joyas en su interior, pero no fue así, en lugar de joyas, había un pergamino en el que reconoció la bella caligrafía y la dulce poesía de su amado soldado, donde expresaba “No he muerto”, ““He partido hacia lejanas tierras, con la intención de mantener a salvo mi vida y la tuya.”

En sus cartas el soldado le decía a la princesa Faghira que su escudo le había protegido durante la guerra y le había salvado la vida cien veces, por lo que la tenía presente día a día. También le contaba que la última vez que se peleó en la guerra con Asiria, éste se había partido en 7 pedazos; por lo cual utilizó uno de estos pedazos para elaborar la hermosa tapa del joyero que le envió como símbolo de su amor y para que supiese que estaba vivo.

A su vez, le expresaba su gran amor y su pesar porque no podía buscarla aún, ya que el Rey de Asiria aún los buscaba, por lo que le pedía paciencia para esperar el momento de reencontrarse. La princesa lloró de alegría, e introdujo las cartas de su amado, que contenían la historia trágica de un joyero que representaba el amor, la esperanza y la fe.

De esta manera, fueron pasando los meses y la princesa Faghira recibía distintos obsequios de parte de su amado, los cuales iba guardando en el joyero, el cual se convirtió en el depósito de una historia trágica de amor entre una princesa y un fiel soldado del imperio de Damasco, que por años fue el Reino gobernado por su padre, el Rey Renzil.

Por tanto, el joyero se convirtió en un obsequio muy preciado por la hija del Rey Renzil, quien no quería que ningún hombre viera su gran belleza. Así, guardaba el joyero con gran celo, lo cual llamó la atención de los dueños de la casa donde estaban viviendo, quienes le propusieron dejarlo para ellos a cambio del alquiler que debían pagar, a lo que la princesa se negó rotundamente; por lo que tuvo que dormir en la calle junto a sus doncellas.

La vida de la princesa había cambiado muchísimo, y ese joyero representaba la esperanza de encontrar a su amado y vivir felices, contenía su historia trágica que quería cambiar por una historia llena de amor y alegría. Sin embargo, su amado no aparecía y ella un día al recibir un obsequio de un pequeño elefante de bronce, se dio cuenta que procedía de la India, por lo que ella había observado en los manuscritos de la gran biblioteca del Rey Rezin en el Palacio de Damasco.

Cansada de esperar, emprendió su viaje hacia Indostán, ciudad ubicada al norte de la India, donde se suponía que estaba su amado, pero se había ido días antes de que ella llegase. Así, Faghira siguió su rumbo sin más equipaje que su joyero, ese joyero que representaba una historia trágica, cuyos objetos eran el símbolo de un amor que quizás nunca podría disfrutar, pero que estaba segura que estará allí hasta el día de su muerte.

De esta manera, la bella princesa, consentida por el Rey Rezin, perseguida por el Rey de Asiria, y amada por un soldado errante que esperaba el momento para encontrase con ella, encontró en un joyero el lugar perfecto para guardar sus ilusiones y esperanzas, por lo que lo atesoró como el símbolo del gran sacrificio de dos amantes. Sin embargo, en su viaje a Indostán se vio obligada a vender algunos de los obsequios de su amado, para poder subsistir y continuar su viaje en busca de la felicidad.

La bella princesa se quedó sola, sin hogar, sin dinero, situación que la obligó a refugiarse en una casa donde lavaba platos a cambio de comida. Un buen día, un mensajero llegó y le entregó una nueva pista, donde se le decía que su amado seguía con vida, pendiente de ella y con la esperanza de estar juntos; por lo que tomó su joyero, y siguió su rumbo, insistiendo en convertir esta historia trágica en una historia de amor hermosa; llenando siempre su joyero de nuevas ilusiones, fe y esperanzas.

ALFA