Las emociones y la salud es un tema que ha ido entrelazándose cada vez más a través del tiempo. Si se toma como referencia el concepto de la Real Academia que define la emoción como una “alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática” y, se agrega el punto de vista de la psicóloga Marta Guerri, quien expresa que al ser un estado afectivo y una reacción subjetiva que se experimenta ante el ambiente,  creando un  cambio a nivel fisiológico y endocrino, se entiende que hoy día sea un factor de estudio su incidencia en la salud del individuo.

Un artículo publicado por la Facultad de Psicología, de la Universidad Autónoma de Barcelona, por los Profesores Jordi Fernández Castro y Silvia Edo, afirma que el estudio mayormente conocido, sobre las influencias negativas de las emociones sobre la salud, parte de las investigaciones realizadas por el Dr. Hans Silyé  llamado Síndrome General de Adaptación, normalmente conocido como estrés. A partir de estas primeras investigaciones, se han ido descubriendo los diferentes mecanismos neuroendocrinos que se activan ante los diferentes tipos de amenazas, tanto físicas como psicológicas.

Por lo tanto, las experiencias como la muerte de un familiar, presiones en el trabajo o el cúmulo de pequeñas actividades cotidianas, son factores que deben tomarse en cuenta para prevenir la aparición de enfermedades, ya que el desarrollo del estrés al convertirse en crónico, aumenta la vulnerabilidad hacia las mismas.

Asimismo, las siguientes investigaciones realizadas por los doctores Bayés, Borrás, Roldán, entre otros, en la psiconeuroinmunología, han aportado datos que confirman que el estrés, tiene un importante impacto en el sistema inmune de las personas que se exponen ante estados emocionales crónicos, de carácter negativo.

Igualmente, la relación específica entre un tipo de emoción y un tipo de enfermedad, hipotéticamente, se comprobó, con la investigación de Roseman y sus colaboradores, acerca del denominado Patrón A de conducta y el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares; donde el Patrón A eran personas con tendencias a la impaciencia, la ambición, hostilidad, competitividad y la actividad intensa; confirmando, también el agravamiento de los padecimientos patológicos.

Hoy día se reconoce, de manera formal que la vivencia de una emoción, generalmente, involucra una serie de creencias, cogniciones y actitudes con relación al mundo, que influirán en la forma cómo cada individuo percibe dicha situación. Algunos de estos estímulos emocionales puede que no dejen secuelas, mientras otros, por el contrario pueden ocasionar daños importantes; la diferencia lo hará cada persona, según la capacidad de interactuar con el mundo de manera receptiva y adecuada.

Esto afirma, que las emociones pueden manejarse y de aquí el origen del concepto de inteligencia emocional; quien controla sus emociones, sobre todo las negativas se sentirá mucho mejor consigo mismo; en este sentido, una persona con inteligencia emocional será aquella que sabrá gestionar adecuadamente sus reacciones internas. Este concepto lo difundió de manera masiva el Dr. Daniel Goleman en su libro: La Inteligencia Emocional.

ALFA