En el entorno amoroso, existen parejas dañinas y parejas sanadoras, pero definitivamente todas llegan a nosotros como aprendizaje, y dependiendo del grado de evolución que tengamos, de esa manera afrontaremos los conflictos o situaciones placenteras, para de esta forma darles su justo valor.

parejas dañinas y parejas sanadoras

Las parejas dañinas pueden haber llegado a la vida de muchas personas, como parte de un pacto o contrato kármico, porque se están repitiendo patrones de conducta o actitudes no sólo de esta vida, sino de vidas pasadas. Este tipo de personas que se muestran bajo un perfil autoritario, imponente, que doblega, ordena, agrede e irrespeta al otro, actúan de manera determinante sobre la salud mental, emocional y física de su pareja, agrediéndola con palabras, gestos y/o maltratos físicos; haciendo que la relación sea toxica, negativa y muy perjudicial desde todo punto de vista.

Por otra parte, debe mencionarse que con frecuencia la persona que es víctima de este tipo de parejas, se inmiscuye repetidamente en este tipo de relaciones, repitiendo ciclos, debido a que no aprende de las experiencias y queda atada a un entorno de dominación, violencia, maltrato, irrespeto, que desmejoran de manera notable su calidad de vida. Así, si no son capaces de frenar las situaciones, poner en orden su mente y sus emociones, cerrando ciclos perjudiciales para ella y sus seres queridos, se mantendrá con esas parejas dañinas por mucho tiempo, viviendo una vida triste y hasta trágica en muchos casos.

Por ello, ustedes como personas que merecen respeto, amor y consideración, deben apostar por relaciones sanadoras, que les provean confianza, amistad, mimos, alegría, paz, protección, todo lo cual se logra a través de la comunicación eficaz y el amor como base de toda relación, un amor que no sea dominante e impositivo, sino un amor que incluya, que se complementen, para forjar una relación en la cual ambas partes sanen juntas; en la que ambos sean pilares fundamentales, en donde reine la alegría a través de gestos y acciones que enriquezcan el compartir.

Ese compartir no sólo debe ser entre las dos personas que forman la pareja, sino con las demás personas allegadas a ellos, con la finalidad de construir un entorno que sume elementos estabilizadores, positivos, motivadores y emprendedores, donde prevalezca el éxito y el bienestar individual y grupal.

Asimismo, las parejas sanadoras buscan la felicidad del otro, y conciben la relación desde un plano espiritual, donde el amor es la pieza básica que sostiene todo lo que se construye desde la base familiar y social, en donde la interacción y la comunicación juegan un papel determinante a la hora de establecer una relación sana, proactiva, positiva y generadora de emociones gratificantes.

De este modo, las emociones tanto positivas como negativas son los elementos distintivos del tipo de parejas que nos encontramos, ya que una pareja dañina, llena sus días de emociones negativas, como la ira, el miedo, la rabia, la angustia, la violencia verbal y física; incluso las demuestran en momentos en que están presentes otras personas, lo cual evidencia la situación que atraviesa la pareja a nivel familiar y social. Mientras que las emociones positivas también se hacen evidentes a través de la interacción, manifestándose la alegría, la solidaridad, la empatía y la armonía.

Cabe señalar, que las parejas dañinas y las sanadoras, se hacen presentes en la vida de las personas, como consecuencia de una serie de vivencias pasadas que requieren de esas experiencias para fortalecer el espíritu; ya que éste se hace fuerte a través del amor y del desamor; que proveen a las personas las herramientas necesarias para obtener crecimiento espiritual, desarrollo personal y social.

En ambas situaciones los individuos tenemos la oportunidad de aprender, como lo explica Leo Buscaglia en su libro “Vivir, amar y aprender”. Pues sí, así como lo leen, a través del desamor manifestado en las relaciones dañinas, podemos aprender y revertir los efectos de esa serie de emociones y actitudes perjudiciales para la salud mental, emocional y física, en aprendizajes que nos fortalezcan el espíritu, nos brinden seguridad y amor propio, autoestima y capacidad para manifestar el amor a los demás.

Debemos también resaltar el hecho de que cuando existe una relación dañina o toxica, no necesariamente deba llegarse a la separación, aunque la mayoría de las veces sea recomendable; debido a que si se llega a un punto en el que ambas personas concienticen y reflexionen profundamente sobre sus conflictos, actitudes y comportamientos; podría revertirse ese desamor desmedido y recuperar el amor que una vez los unió. Esto obviamente podría suceder en el caso en que ambas partes estén dispuestos a un cambio radical en su proceder; y por lo general con la ayuda de un especialista que los oriente en ese proceso transformador.

En el entorno amoroso, existen parejas dañinas y parejas sanadoras, pero definitivamente todas llegan a nosotros como aprendizaje, y dependiendo del grado de evolución que tengamos, de esa manera afrontaremos los conflictos o situaciones placenteras, para de esta forma darles su justo valor. Las parejas dañinas son lo que llamamos tóxicas, es decir, hacen daño emocional, mental y hasta físico.

pareja dañina

En este contexto, debemos aclarar que una relación tóxica causa daños fuertes a la autoestima de la persona agredida verbal y/o físicamente, por ende, nos priva de la felicidad y nos hace apartarnos de todo aquello que nos provee bienestar. Al respecto, el escritor Joan Garriga, psicólogo y autor del libro “El buen amor en la pareja”, una relación tóxica nos llena de angustia, tensión, mal humor, ansiedad, depresión, crispación, depresión e inestabilidad.

Esta serie de emociones que nos afectan desde el punto de vista mental, emocional y hasta físico, vienen dadas por situaciones conflictivas, donde prevalecen las discusiones que en muchos casos llegan a la violencia verbal y/o física, la falta de respeto, inmersos en juegos psicológicos en los cuales se intercambian los roles de víctima, salvador o agresor.

Por otra parte, en las parejas dañinas o tóxicas existe poco reconocimiento del otro, desvalorizando el mínimo aporte que se da a la relación, minimizando a uno de los miembros de la pareja, e incluso observándose esta tendencia en ambos miembros, por lo cual la convivencia llega a ser casi imposible.

Una pareja tóxica lleva a su compañera (o) a su propia desvalorización, haciendo que se sienta culpable en muchos casos, y justificando las acciones injustas del otro, perdiendo o limitando su capacidad de comunicación, relegándose a un segundo plano los deseos y necesidades propias; temiendo ser criticada(o) por el otro, creando así una dependencia basada en el miedo y la inseguridad.

Asimismo, en una relación dañina los celos excesivos y enfermizos son utilizados por el agresor como un mecanismo de control de su pareja, actuando de una manera posesiva, manifestada a través de reacciones violentas, cuestionamientos y reprensiones, que se expresan en privado y en público.

En este punto, es conveniente mencionar los planteamientos de la psicóloga María Fornet (2018), psicóloga especialista en coaching, que sostiene que “una relación tóxica es aquella que hace sufrir a alguno de sus miembros”. En esta definición esta psicóloga incluye a los actos netamente insidiosos hasta los más extremos y peligrosos de la violencia verbal, física o psicológica dentro de una relación de pareja.

Con relación a las relaciones sanadoras, la filósofa y escritora Montse Barderi (2017), autora del libro “El amor no duele”, afirma que las relaciones buenas y sanadoras son fáciles de identificar, ya que ambos miembros de la pareja se respetan, cuidan mucho su vida personal: sus intereses, sus aficiones, sus inquietudes culturales, sus objetivos son comunes, cada uno mira y vela por el bienestar del otro, y por ende ambos buscan juntos el camino hacia la soñada felicidad, apoyándose en los momentos de adversidad.

Asimismo, una pareja sanadora camina juntos por la vida, valorando todos los esfuerzos que cada uno realiza, y proveyendo amor, armonía y tranquilidad al núcleo familiar.

Por otra parte, cuando existen situaciones conflictivas provocadas por una relación dañina y tóxica, según Joan Garriga (1997) socio fundador del Instituto Gestalt de Barcelona en España, “existen señales que el cuerpo físico da a la persona, aunque se ignoren o no se perciban, dentro de las cuales se encuentran: ansiedad, depresión, miedo, tensión y dolores en las piernas, espalda, cabeza, estrés constante, malestar digestivo, insomnio, entre otras.

Asimismo, Garriga sostiene que uno de los pilares básicos del “buen amor” es la sensación de que “una relación sanadora nos hace bien, nos potencia, genera más alegría que tristeza, más fuerza que debilidad, más bienestar corporal que malestar corporal”, lo cual se facilita cuando ambos miembros poseen familias paternas estables, donde la comunicación y el entendimiento sean la base de su funcionamiento como núcleo familiar, evidenciándose una conexión afectiva armoniosa.

Finalmente, debemos considerar que una relación sanadora también se reconoce porque nos dirige hacia el desarrollo y el crecimiento, nos da impulso y motivación, llevándonos a un proceso de intercambio energético positivo y armonioso, que nos hace sentir plenos, alegres, libres, relajados, sin exigencias, sin miedos, sin tensiones, con confianza; pensando en los proyectos futuros y viviendo al máximo cada día de nuestro presente.

pareja sanadora

Esto no quiere decir que, todo tenga que ser color de rosas, paz y amor, cada día de la vida en común, ya que siempre habrá algún contratiempo, y allí es donde se demuestra la capacidad de superarlos, de poner fin a posibles discusiones, de frenar el ímpetu y controlar las emociones, para así volver al carril de la armonía y el entendimiento, para así seguir disfrutando de una relación sanadora.

Por el contrario, en una relación tóxica se está muy pendiente del pasado, de los reproches, de las culpas, de lo que dijimos o hicimos; prevaleciendo la rigidez y la falta de flexibilidad en situaciones que muchas veces se vuelven triviales, y turbulentas desde el punto de vista emocional.

ALFA