Hoy en día muchas más personas se muestran preocupadas por su aspecto físico. La buena alimentación y las rutinas diarias de ejercicio se han convertido en una tendencia moderna. Pero cuando su vida comienza a girar en torno a eso, puede que se vuelva una peligrosa obsesión.

La vigorexia es un trastorno que afecta la imagen que se tiene de sí mismo. Por lo general, quienes lo padecen son jóvenes del sexo masculino, aunque también afecta al sexo femenino. Tener un cuerpo musculoso otorga autoestima y seguridad a quien no la tenga. Es probable que se trate también de ganar aceptación social y ser atractivo a los ojos de los demás. Es una manera de lograrlo, pero todo tiene un límite.

Preocuparse por verse y sentirse sano no es malo. Lo malo es que se viva en función de eso para poder conseguir la aprobación social porque, paradójicamente, se consigue lo contrario. Alguien que pasa largas horas en el gimnasio diariamente no tiene una vida social amplia, sobre todo si debe cumplir obligaciones. Incluso, pudieran llegar a descuidarse las relaciones humanas, con los amigos, la familia o la pareja, si se tiene.

Cambiar drásticamente la dieta por una estricta es aun más perjudicial para la salud, de igual manera, consumir esteroides anabolizantes. Porque, entre muchos otros efectos secundarios, afectan al corazón. A ninguna persona le parece bien salir con alguien que siempre está pendiente de las calorías. Ciertamente, es importante cuidarse, pero todo en su justa medida.

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Si va al cine y no come golosinas porque «engordan» es como si no fuese al cine; eso forma parte de la salida, no es agradable para los amigos o la pareja. Actualmente son cada vez más las mujeres que padecen de vigorexia, puesto que se ha convertido en una moda el verse bien definido.

Las personas que padecen de vigorexia tienden a verse a sí mismos delgados o enclenques. Jamás se sienten lo suficientemente fornidos o musculosos. Lo que provoca una adicción al ejercicio, acompañada de una ingesta excesiva de proteínas y carbohidratos. Además, estos hábitos aumentan exageradamente la testosterona que, en mujeres, causa muchos efectos secundarios desagradables.

Otros nombres que recibe este trastorno son «anorexia atlética», «complejo de Adonis» o «dismorfia muscular». Las personas que lo padecen se obsesionan con sus imperfecciones y distorsionan su percepción de sí mismas. Las consecuencias que esta enfermedad genera son: depresión, aislamiento, músculos, tendones o articulaciones dañados, odio a sí mismos, suicidio, tensión o preocupaciones, problemas hormonales y efectos secundarios debido a las drogas de culturismo consumidas.

El tratamiento de la vigorexia es recibir atención psicológica a largo plazo. El apoyo de amigos y familiares también es fundamental para salir adelante. Se recomienda mantener un equilibrio. Es bueno preocuparse por la apariencia, pero no obsesionarse con ella, porque, en lugar de ayudarle, lo que hará será crear otro problema, principalmente psicológico, que trae como consecuencia muchos otros secundarios. Y lo más importante para verse bien es estar sano.

ALFA