El corazón tiene razones que la razón no entiende, es una famosa frase del filósofo francés Blaise Pascal que, hoy en día, pudiese haber perdido la razón entera, luego de que la ciencia demostrase una fuerte conexión entre el cerebro humano y el más grandioso sentimiento: el amor.


Un nuevo estudio ha demostrado que existe una zona del cerebro activada en personas enamoradas, esta se llama: el núcleo ‘accumbens’. Dicha estructura se compone de sistemas nerviosos de recompensa cerebral, que al activarse son responsables de sensaciones de placer y euforia.

Existen diversos estímulos que ocasionan la consecuente activación del núcleo ‘accumbens’, siendo algunos de ellos: la exposición a ambientes y personas nuevas, y las relaciones íntimas. Con este sistema de recompensa, el organismo empieza a relacionar dichos momentos con placer y euforia, potenciando luego el deseo de búsqueda y logro de dichos estímulos.

Calificado como uno de las pruebas clave, el siguiente estudio fue realizado por un grupo de investigación molecular de la sinapsis, mismo que forma parte del equipo del Instituto de Biomedicina de Sevilla, de la Universidad homónima. El doctor, Ismael Milán detalla que: “Muy frecuentemente, las parejas dicen sentirse más unidas después de realizar un viaje juntas. Esta sensación no es una fantasía sino que parece tener un fundamento neuroquímico real.”

“Se cree que, al enfrentarse de forma permanente a la novedad, la activación de este sistema refuerza la asociación entre la sensación de placer y la presencia de la otra persona, lo que contribuye a consolidar los lazos afectivos.  Todas las drogas adictivas se caracterizan por estimular este sistema, tal como hace el amor. Aunque –todavía- no se lo considera formalmente, el amor es un sentimiento potentemente adictivo. Ahora bien, si se analizan los criterios diagnósticos de la adicción se descubre un patrón conductual sobrecogedoramente similar al del enamoramiento.”

Pese a las dudas, cualquiera puede llegar a concluir que el amor es una conducta adictiva. “Y de ansia exagerada e irreprimible por conseguirlo; emplea mucho tiempo y esfuerzo en actividades relacionadas con la obtención de la sustancia, como desplazarse largas distancias o realizar, sin disgusto, los formidables movimientos que se requieren para la cópula, aun habiéndose ejercitado duramente en otros menesteres a lo largo del día; y antepone el consumo de la sustancia a sus actividades sociales, laborales o recreativas, descuidándolas. El parecido es manifiesto.”

Pero no todo pinta para bueno pues, tal como sucede con el uso explícito de sustancias psicotrópicas, el reencuentro con lugares u objetos del pasado, puede llevar a una recaída, haya sido buena o mala la experiencia. “Como todo, el aspecto más frustrante de la adicción es su persistencia. La exposición a recordatorios de su consumo, como lugares asociados al uso previo, puede ocasionar una recaída, incluso décadas después de superar la adicción. En el caso del amor, todos sabemos que una canción, una fotografía o un camino de vuelta a casa pueden tener el mismo efecto, reavivando la extinta llama del amor y abrasándonos por dentro.”

ALFA