Toda mujer necesita reencontrarse en las diferentes etapas de la vida. El ser profesional, o convertirse en madre, no implica el hacerse enemiga de la audacia y la espontaneidad. En tan especial mes, como lo es mayo, proponemos complementar con actividades que proporcionen nuevas energías, experiencias inolvidables, y un aire fresco a la ardua rutina de cada día, disponibles en las más diversas formas de turismo de aventura.

Aventura para todos y todas. Pese a que se considere el turismo de aventura, una práctica en la que el riesgo y el peligro son los ingredientes principales, debe conocerse que existen cuatro tipos modalidades, que fácilmente pueden ser disfrutados por la mayoría de las personas.

En primer lugar está el ecoturismo, que tiene por objetivo, educar sobre la conservación del ambiente a través de excursiones hacia parajes naturales, poco desarrollados y de gran importancia ecológica y cultural. Sin importar la condición física o la edad, el ecoturismo, con el debido asesoramiento, puede ser practicado tanto de manera individual como ser una grata experiencia familiar.

Existen otras tres variedades de turismo de aventura, como lo es el conocer las tradiciones, costumbres y modos de vida, de civilizaciones diferentes, en espacios recónditos, centrado en el etnoturismo. Por otro lado, está el turismo accesible, el cual toma en consideración las limitadas capacidades físicas de una persona, en la búsqueda de nuevas experiencias, culturalmente enriquecedoras.

Finalmente, está aquel en la que las descargas de adrenalina son el objetivo a lograr. En el turismo de emoción suelen practicarse salto en bungee, parapente y montañismo, prácticas que definitivamente no pertenecen a una rutina diaria pero que pueden encender esa añorada chispa.

Busquemos salir de esa zona de confort. Como lo mencionábamos al inicio, vivir nuevas experiencias puede darnos un aire fresco a la ardua rutina que ejercemos tanto como profesionales como madres. Por mucho tiempo, la mujer ha estado bajo la consideración de que debe ser dependiente, ser débil frente al sexo masculino, no exponerse a situaciones fuera de su comodidad.

Sin embargo, aún cuando eran limitadas las posibilidades de su desempeño social, existieron heroínas que demostraron, que las mujeres pueden ser todo, menos el sexo débil. Enamorada de la vida en otras fronteras, nombres como Delia Akeley, famosa antropóloga cuya separación amorosa, no la hizo abandonar sus estudios en los parajes más lejanos del África, demostrando que una mujer sola podría adentrarse  en el  imponente continente, en pleno siglo XIX.

Porque nada es imposible. Poner al límite nuestras emociones puede darnos tanto ese empuje hacia el reencuentro y crecimiento espiritual, como a la renovación de los lazos perdidos con la pareja o dentro del ámbito familiar. Al viajar debe tratarse de salir de la zona de confort, para romper con ese molde preconcebido de lo que podemos y no podemos hacer. Nada es imposible, y al explorar sitios desconocidos, nos ponemos en situaciones que más que sorpresas, nos darán lecciones de gran utilidad para toda la vida.

ALFA